Grand Central Terminal es mucho más que una estación de tren. Es un icono de la ciudad de Nueva York y una auténtica caja de sorpresas. Su riqueza arquitectónica y sus easter eggs pasan muchas veces desaparecidos para los millones de viajeros que transitan por esta estación cada año. Pero para eso estamos nosotros aquí y en este artículo podrás encontrar la vida y milagros, así como los secretos mejor guardados, de una de las atracciones turísticas de NYC y un inevitable cruce de caminos para sus usuarios habituales.
El proyecto, la construcción y la conservación de Grand Central Terminal han sido un reto constante desde que el edificio empezó a quedar plasmado en los planos. Desde el primer momento se trató de una metamorfosis constante y una búsqueda de la excelencia en todos los aspectos. Tanto que el edificio actual de la estación ha pasado por tres fases distintas y sus correspondientes ampliaciones.
Conocida inicialmente como Grand Central Depot, el edificio albergaba los tres de tres compañías diferentes en 1871. Sin embargo, con el paso del tiempo, Grand Central Station sustituyó a la estación original tras una renovación y ampliación considerable entre 1899 y 1900. Aun así, pronto fue necesario más espacio y en 1913 nació Gran Central Terminal, ante la mirada de 150.000 personas, con su aspecto majestuoso, guiños a la escultura antigua romana, motivos astronómicos y vías subterráneas.
Personalidad propia con Beaux-Arts
La simetría, armonía y opulencia del estilo Beaux-Arts es la seña distintiva de un edificio que, sin embargo, goza de una personalidad propia como Grand Central Terminal. Hablamos de detalles como las esculturas que evocan a Mercurio situadas en la fachada exterior, junto a símbolos de tránsito y comercio, así como una entrada principal con un reloj de Tiffany de dimensiones espectaculares.
Si nos fijamos en el interior de Grand Central Terminal nos encontramos con un techo azul con símbolos zodiacales y un total de 2500 estrellas, incluidas 59 con iluminación LED. Más abajo, con los pies en el piso y presidiendo una estancia diáfana, un reloj de ópalo valorado en 20 millones de dólares.
Además, no se puede hablar de Grand Central Terminal sin fijarse en dos iconos del edificio. Por un lado está el Vanderbilt Hall, la antigua sala de espera de la estación, con un derroche de mármol, madera, cristal y bronce, que hoy en día se utiliza para eventos culturales y comerciales. Mientras que por otro lado se encuentra Campbell Apartment, el despacho privado del ‘rey del ferrocarril’ John W. Campbell que hoy en día hace las veces de bar con un espíritu muy años 20.
Renovarse o morir
La vida de Grand Central Terminal no ha sido especialmente fácil. De hecho, el edificio ha sufrido varias crisis y ha estado a punto de desaparecer en algunos momentos. La Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y la llegada del automóvil golpearon con fuerza los cimientos de un edificio que incluso estuvo cerca de ser derruido para la construcción de un complejo de rascacielos.
Sin embargo, la intervención de algunos nombres propios de la sociedad estadounidense como la conocida Jacqueline Kennedy Onassis hicieron que la estación fuese declarada Monumento Histórico Nacional en 1976 y su conservación fuese una prioridad. Esto ha hecho que el edificio haya pasado por diferentes renovaciones, decorativas y estructurales, que le han convertido en un auténtico icono de Nueva York y uno de los puntos turísticos con más peso de la ciudad.
En la década de los 90 fue cuando se llevaron a cabo un mayor número de mejoras en Grand Central Terminal. Fue entonces cuando se recuperaron detalles estructurales y decorativos casi perdidos, destacando el techo del vestíbulo principal, que estaba oculto bajo una capa de suciedad y humo del tabaco y fue limpiado a conciencia. Aún hoy se puede ver una muestra de la mugre que lo tapaba gracias a un pequeño recuadro sin limpiar que se ha conservado en una de sus esquinas.
Los misterios de la estación
Grand Central Terminal cuenta con varios ‘secretos’ escondidos en la inmensidad de su edificio. Algunos de ellos no pueden ser visitados por la mayor parte de los usuarios y otros son un auténtico misterio que, en ocasiones, se acerca más al mito que a la realidad. Sin embargo, todos ellos ayudan a que la estación siga teniendo un aura especial en 2025.
- La vía 61: Conocida como ‘la estación secreta’, se trata de un ferrocarril subterráneo que uno Grand Central Terminal con el hotel Waldorf Astoria. Una especie de vía de escape o transporte exclusivo que utilizaron grandes nombres de la historia del país como Franklin D. Roosevelt para entrar y salir de Nueva York de forma discreta. Hoy en día todavía está en funcionamiento, pero no es accesible para el público.
- El bunker atómico: se construyó con motivo de la Guerra Fría y su finalidad era la de proteger a los altos mandos de la ciudad en caso de ataque nuclear. Está ubicado bajo el Grand Central Market y equipado con todo lo necesario para una situación de emergencia como alimentos, agua, medicinas y armas. Su entrada es secreta y no es accesible para el público.
- La pista de tenis: sí, una pista de tenis dentro de Gran Central Terminal. Está situada en la cuarta planta del edificio, en lo que antes era una galería de arte. Para poder disfrutar de ella hay que ser miembro del Vanderbilt Tennis Club y el precio para alquilarla es de 225 dólares la hora.
- La galería de los susurros: La Whispering Gallery se encuentra en una de las arterias de la estación y esconde un secreto a voces. Gracias al planteamiento y disposición de su cúpula, goza de una acústica espectacular, que permite su susurran en una de sus cuatro esquinas, tus palabras se escuchen a la perfección en la esquina diagonal opuesta, por mucho ruido que haya en el edificio. Se trata de un sistema que ha sido utilizado en otras grandes obras arquitectónicas del mundo como iglesias o cárceles, incluida la Catedral de Saint Paul en Londres y el Museo del Louvre en París.
Compras y restaurantes
Además de como estación de ferrocarril, la principal función del edificio, Grand Central Terminal ofrece a sus visitantes la posibilidad de disfrutar de una amplia oferta gastronómica y comercial, gracias a sus restaurantes y tiendas, algunas de firma y lujo. ¡Hasta hubo un restaurante de Michael Jordan que cerró hace relativamente poco!
El principal punto de interés en este sentido es el Grand Central Market, aunque con el tiempo fueron siendo cada vez más relevantes algunos de los restaurantes que hoy en día reciben un altísimo volumen de comensales.
- Oyster Bar: se trata del restaurante más antiguo de la estación, inaugurado en 1913 y con servicio en la actualidad. Una carta llena de mariscos frescos como ostras, langostas o cangrejos es el mayor reclamo para los amantes de este tipo de gastronomía.
- Campbell Apartment: el lugar ideal para disfrutar de cócteles, vinos, cervezas y licores en un ambiente de los años 20, con lámparas de araña, alfombras y mobiliario de madera.
Una estación de cine
Un edificio tan emblemático como Grand Central Terminal nunca pasó desapercibido para la industria cinematográfica y televisiva. Tanto es así que la estación ha sido escenario de más de 200 películas y series, algunas de ellas muy reconocibles para el público general.
- Los viajes de Gulliver (1939): la primera vez que Grand Central Terminal apareció en el cine.
- North By Northwest (1959): toda una obra maestra de Alfred Hitchcock, en la que Cary Grant protagoniza una impresionante persecución en la que acaba confundiéndose con la multitud.
- Superman (1978): el famoso superhérone evita que un tren choque con un vagón descarrilado en las vías de Gran Central Terminal.
- Men in Black (1997): la estación sirve como escondite de uno de los alienígenas, un gusano gigante para ser exactos, a los que intentan dar caza Will Smith y Tommy Lee Jones.
- Madagascar (2005): Gran Central Terminal se pasa al mundo de la animación y sirve como escenario de la captura de los animales que se escaparon del Zoo de Central Park.
- Los Vengadores (2012): la estación es el escenario de la batalla final entre los superhéroes Marvel y Loki y su ejército de alienígenas.
Un emplazamiento turístico ideal
La ubicación de Gran Central Terminal, en relación con otras atracciones turísticas de Nueva York es idónea. La estación se encuentra a sólo unos pasos de otros puntos de interés para el visitante y es muy sencillo hacerla parte de una ruta a pie para disfrutar del Midtown Manhattan en un día de lo más variopinto.
- Chrystler Building (42nd Street y Lexington Avenue): uno de los rascacielos más icónicos de la Gran Manzana. El edifico Art Déco por excelencia en Nueva York, rival del Empire State Building durante su construcción, en una apasionante carrera por ver cuál era el más alto del mundo.
- Public Library (entre las 40th y 42nd Street y la 5th Avenue): la segunda biblioteca más grande de Estados Unidos y visita obligada cuando se viaja a Nueva York. Su edificio principal, el Stephen A. Schwarzman Building, es Monumento Histórico Nacional.
- Bryant Park (entre las 40th y 42nd Street y la 5th y 6th Avenue): un pequeño remanso de paz en mitad del ajetreo del Midtown Manhattan. Tiene una amplia zona verde donde se realizan diferentes actividades durante el año, desde clases multitudinarias de goya a cine de verano. En invierno cuenta con una de las pistas de patinaje sobre hielo más famosas de la ciudad.
¿Cómo llegar a Gran Central Terminal?
A Grand Central Terminal se puede llegar a pie, en autobús o, evidentemente, en metro y tren. Situada en la 42nd Street, entre Park Avenue y Lexington Avenue, se trata de una ubicación ideal para poder moverse por Manhattan. Aunque su acceso a pie es sencillo, a continuación os explicamos cómo llegar en transporte público:
- Metro: líneas 4, 5, 6, 7 y S.
- Autobús: líneas M101, M102, M103, M1, M2, M3, M4, M42 y Q32.
- Metro-North Rail Road: líneas con origen o destino en los barrios residenciales y localidades del norte de Nueva York y Connecticut.
- Long Island Rail Road: líneas con origen o destino en Long Island.